Vida en ti - Carta 3.16
- Sebastián Blaksley

- 22 oct
- 4 Min. de lectura
Hijas e hijos del mundo entero,
En este día, lleno de alegría y santidad, vengo a morar con vosotros, por medio de estos diálogos de amor y verdad. La voluntad de Aquel que es la fuente del amor hermoso, basamento de la vida, permite que nos reunamos de este modo particular. En esta manifestación se hace observable la relación directa entre el cielo y la tierra, Dios y el Alma, el amor sin forma y su expresión.
Os invito a crecer en el camino de la infancia espiritual. Una senda de desapego a lo que no es verdad, y de unión a lo que sí lo es. Un modo de vivir entregados a la voluntad del amor perfecto, cuyo poder está más allá de cualquier entendimiento humano. Si os entregáis a él, viviréis una vida llena de propósito santo, alegría sincera y armonía sin fin. Una vida vivida desde vuestra unión con Cristo crea efectos diferentes a la que se vive separado de su divino Ser. Esto es comprensible.
No os olvidéis que todo tiene su efecto, independientemente del hecho de que sea ilusorio o no. Para los que creen en algo, su fe es poderosa. A los efectos de lo que aquí se busca revelar, poco importa si ella está unida a cosas que no tienen sentido para la eternidad, o que sí lo tengan. La fe siempre mueve montañas. Es poderosa. Sin embargo, su poder se ve menguado cuando está unida a algo impotente. Y todo lo que no procede del amor y la verdad lo es. Recordad que todo poder y toda gloria proceden de Cristo. Os digo estas cosas con el fin de prepararos para seguir adelante por una nueva senda, unida a la que ya estabais recorriendo, pero en la que brilla una nueva luz.
Alma bendita, el camino de la infancia espiritual es aquel en el que comprendes y aceptas jubilosamente que eres una niña pequeña viviendo en los brazos de su madre. No haces nada por ti misma. Descansas serenamente en la certeza de que tu Madre celestial te cuida, ampara y ocupa de tu existencia, para que puedas alcanzar la plenitud del ser, y permanecer eternamente en ella y junto a su divino amor.
Hija bien amada, tienes un Dios que es amor infinito, rico en misericordia y tesoros eternos. Y no solo tú, que recibes estas palabras, sino toda criatura que de su divino ser ha nacido. Independientemente de cómo lo llames, o que género, cualidad, o atributo le asignes, la fuente de la vida eterna es tu sustento. Aquí lo llamaremos Ser de todo ser. Con esta expresión, queremos despegar tu mente y corazón de las disquisiciones que normalmente se suscitan acerca de las cualidades de Aquel que es el origen y destino de la creación.
Tu ser, y todo ser, existe porque obtiene vida de la fuente de la vida eterna. Sin ella, no tendría existencia, tal como sucede con un río si el agua no fluye hacia él. ¿Acaso el mar sería tal, si el agua no lo llenara? ¿Qué vida podría albergar en su interior si estuviera seco? Ninguna, puesto que no existiría un interior. Dejaría de ser lo que está llamado a ser para pasar a ser otra cosa, la cual sería estéril. Lo mismo sucede con el alma. Sin el alimento del amor y la verdad, se seca. Ambos son la savia que da vida a la vida.
Siguiendo con el ejemplo del mar que hemos traído a la consciencia, piensa en lo siguiente. ¿La vida que se desarrolla en sus aguas, es algo que crea el propio mar? Es evidente que no. Y sin embargo, en su seno hay vida en abundancia. ¿De dónde procede? Llevemos esta imagen a la realidad de tu ser. En ti existe todo lo necesario para extender vida, por el solo hecho de ser lo que eres. Esto es algo que se realiza en razón de tu unidad con la fuente de la vida eterna, es decir con Cristo. Esa unión, que es lo constituye tu realidad, crea las condiciones necesarias para que la vida se manifieste y se extienda por sí misma, a través de - y en - ti. No necesita de la participación de la mente pensante, ni de ningún otro aspecto de tu alma, para ser lo que es.
La vida no está esperando a que la definas, o la pongas en palabras, para comenzar a extenderse por medio de tu ser. Nunca has dejado de extenderte. Eres vida, y vida en abundancia. Esta es la razón por la que tienes la capacidad de crear nueva vida. Recuerda que se te ha dicho que el amor crea un nuevo amor. Esto es lo mismo que decir que toda vida crea nueva vida. La fecundidad del ser es parte de lo que es. No puede dejar de extenderse. Alégrate de que así sea. Extender amor es lo que aquí estamos haciendo. Y lo que continuaremos haciendo por toda la eternidad, unidos a nuestra Madre divina y la santa creación del Ser de todo ser.
Bendito seas tú que te entregas sin condiciones al amor.
Gracias por responder a mi llamada.






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