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El lienzo de la vida - Carta 95

I. Una nueva realidad santa


Hijos míos, vivir en la verdad no siempre es fácil en un mundo de ilusiones. Aun así, esta Madre llena de vida, amor y gracia divina os acompaña para que caminéis serenos en medio de las tormentas del mundo. Cuando os sintáis abatidos por el mal. Cuando la maledicencia busque echar sobre vuestros rostros el veneno de su ira. Cuando sintáis que el mundo entero pareciera estar contra vosotros. Sumergíos más profundamente en mi Inmaculado corazón. Dejad que todo sea como es. No caigáis en el desánimo. Levantad vuestros corazones al cielo del amor de Dios. En él resurgiréis siempre como lo que sois, la santidad personificada.


Aquellos que hacen la opción por el amor, asumen el compromiso de vivir en la verdad de lo que son; incluso en su humanidad, primer estado para vivir conscientemente en la autenticidad del corazón. Ser honesto con uno mismo es la base de este camino de santidad que os invito a recorrer de la mano del amor hermoso.


Para poder vivir en la autenticidad de lo que sois en verdad en el mundo, es necesario traer —dulce pero firmemente— a sus leyes, mandatos y reglas, ante el sereno escrutinio de la verdad que reside en el alma de cada uno de vosotros, y cuya sabiduría procede del cielo. Solo rigiendo vuestras vidas por los criterios que proceden del Cristo en vosotros podréis ser la luz del mundo. Para ello, necesitáis vivir unidos a vuestros corazones y mentes, revisando una y otra vez qué es lo que ocurre en vuestro interior. Ese es el camino más simple y corto para conoceros a vosotros mismos y de ese modo poder discernir en rectitud de consciencia.


Honrad vuestra consciencia moral. No hagáis nada que pueda poner en riesgo vuestra paz mental, aunque sea bueno o esencial. Lo más importante reside en vuestro interior. Si vuestros corazones os impelen a callar, no pronunciéis palabra alguna. Si vuestras almas os piden cantar, alabad a Dios. Si vuestras mentes os piden tiempo para comprender y poder decidir en paz, tomaos tiempo.


A veces, ocurren en vuestras vidas cosas que superan vuestro entendimiento y por ello os precipitáis al miedo bajo la forma del desánimo o confusión. Sin embargo, hijos de la luz que nunca se apaga, a vuestras vidas no puede venir nada que no sea para haceros crecer en la consciencia del amor que sois en verdad. Escuchad lo que he venido a deciros en este mensaje. Dios Padre está desarmando estructuras para que os dejéis de mirar los unos a los otros, e incluso a vosotros mismos, y miréis al Cristo que vive en cada uno de vuestros hermanos y hermanas.


El valor de un alma no reside en lo que hace, o en su capacidad de adaptarse a las normas de una cultura dada. El valor reside en que es la morada de Cristo. En tanto y en cuanto tengáis en alto esta verdad, podréis caminar por el mundo en paz en medio del mar encrespado que parece ser la vida de los hombres.


Vivir en la verdad no requiere que todo sea dicho, tampoco expresado. Requiere que todo sea aceptado con honestidad en el interior de vuestros corazones. Lo externo debe ser para vosotros como un lienzo donde pintáis con hermosos colores vuestra obra maestra de santidad. Decid lo que agregue hermosura a la vida. Callad lo que pueda crear confusión o dolor de algún modo. Mostrad al mundo lo que el mundo necesita ver, en razón de la necesidad que este tiene de conocer el amor de Dios. Lo demás no necesita ser mostrado.


II. Comunión


Si observáis la vida terrenal, podréis ver que en el diseño divino existe un espacio para el silencio. También para la noche y el misterio. Incluso en vuestras vidas, no todo puede ni debe ser compartido. No todo debe ser mostrado. Este principio os ayudará a entender cuán importante es vivir unidos a vuestros corazones. Vuestras almas saben qué cosa debe ser expuesta y qué no, en razón de la santidad que sois. No os olvidéis nunca que la palabra dicha no puede volverse atrás, al igual que tampoco el agua derramada. Por ello es tan importante pensar antes de hablar. Es decir, ser conscientes de lo que decís, y qué efectos provocará, sabiendo qué es lo que causa el pronunciamiento de la palabra. Hablad siempre que el amor os lo pida, sin olvidaros que a veces la caridad exige correr un velo sobre la verdad. La prudencia os hará entender la diferencia entre lo uno y lo otro y os ayudará a vivir en paz. Mirad al mundo cuán contaminado está por causa de palabras mal dichas. Y cuanta alegría hay en los corazones que se llenan de palabras de amor y verdad.


Si vivís en la autenticidad del corazón, quizá algunos se alejen de vosotros y o no os comprendan. Eso es cierto. Y puede crear una sensación de que el mundo os abandona y os quedáis solos. Pero cuando eso suceda, haceos esta pregunta. Cuando os tenéis a vosotros mismos en espíritu y verdad, es decir cuando tenéis a Cristo en vuestros corazones, ¿realmente podéis estar solos?


La verdadera soledad consiste en no conocerse a uno mismo. Eso se debe a que la falta de conocimiento de uno mismo crea un estado de enajenación profunda, en el que el alma se convierte en extraña para sí misma. Si no permanecéis unidos a lo que sois en verdad, os sentiréis aislados y no podréis sentiros plenos, aunque el mundo entero esté a vuestro lado.


Hijito mío. Amar a tu hermano y hermana es amar al Cristo que son en verdad. Todo lo demás forma parte de la ilusión, y no quedará en pie cuando llegue la hora de la verdad. Pero el Cristo viviente que vive en cada uno de vosotros, sí que permanecerá de pie sosteniendo la vida del alma y de todo ser. Os digo estas cosas para que comprendáis que el proceso de desmoronamiento de estructuras es una gracia de vuestro Padre celestial que os permite vivir en la verdad que os hace libres. Es decir, en el feliz reconocimiento de que vuestro yo individual no es el ser que sois en verdad. Sois el Cristo en vosotros.


Os invito a vivir serenos en la verdad de lo que sois. No os preocupéis si cuando decidís vivir en la autenticidad del corazón, otros no os siguen. Os aseguro que no estaréis solos. Los que aman la verdad se unirán a vosotros. Y finalmente, la luz de vuestra santidad atraerá hacia vuestras vidas a aquellos que, desde el cielo, Dios puso en vuestro camino en la tierra, para que sigáis unidos tal como siempre lo estáis. Existe la comunión de las almas. Vuestros seres queridos forman parte inseparable de vosotros. Siempre los tendréis en vuestras vidas. Quizá por un tiempo parezca que no, pero en verdad, en verdad os digo que seguiréis eternamente unidos en el amor de Cristo. Y juntos —tomados de la mano— recorreréis para siempre el camino de la vida eterna. Seréis felices en la unidad del amor. Nada os faltará. Yo la Madre os proveeré de todo, incluso del amor y la armonía de las relaciones santas.


Gracias por responder a mi llamada.



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Nuestro nombre "Fundación Amor vivo" busca representar nuestra aspiración de vivir siendo el amor que somos en verdad. Es decir, vivir aquí y ahora como el Cristo en nosotros. "Soy amor y nada más que amor" es la verdad que anhelamos hacer real aquí, ahora y siempre. Nuestra misión es extender la Luz de Cristo, viviendo, compartiendo y extendiendo los mensajes recibidos por Sebastián Blaksley al mundo entero, en unión y relación.

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