El tesoro de la pequeñez, recibido por Sebastián Blaksley
Actualizado: 3 jul
Alma purísima. Tú que te preocupas pensando en qué será de ti una vez que finalices con estos diálogos que aquí recibes. Déjame recordarte que esa preocupación carece de sentido en el plano del ser que eres en verdad. El amor no tocó las puertas de tu corazón para quedarse fuera de tu hogar, sino para ingresar en él, y permanecer por siempre dentro de su sagrado recinto. El miedo acerca de cómo seguirá el camino, una vez que estos escritos terminen, es comprensible. Pero no es necesario que aniden en tu corazón. Sabes con perfecta certeza que el amor no abandona la obra de sus manos. Él tomó tu mano y te desposó. No para luego separarse, sino para permanecer eternamente unidos en la dicha de la santidad.
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