Extracto 15 de "Mi diálogo con Jesús y María: un retorno al amor", recibido por Sebastián Blaksley
Libro 1: Diálogos de un alma
Capítulo 11
Renacimiento
III. Hijo de la luz
01.05.2013
Súbitamente mientras estaba cocinando, luego de salir a caminar y meditar, y en el camino a hacer algunas compras domésticas:
Jesús: Hijo mío, quiero pedirte que respondas a mi pregunta. Respóndeme, hijo, con humildad y en espíritu y verdad. Que la verdadera humildad te guíe en esta respuesta. Dime, hijo mío, y medita serenamente la pregunta que te voy a hacer: ¿qué eres?
Te estoy pidiendo que te definas a ti mismo. Dime y escríbelo, hijo mío, con humildad y sinceridad, ¿qué eres?
Sebastián: Me da un poco de resistencia y timidez el responder y escribirlo. Jesús, ¿por qué me haces esto? Me cuesta y mucho. Me cuesta exponer los tesoros del rey, pues ellos deben guardarse en el secreto del corazón. Me cuesta mucho. Algo me hace temblar ante esta pregunta. No quiero que nadie me conozca, o conozca mi secreto.
Jesús: ¿Puedes hacerlo por mí?
Sebastián: Solo por obediencia lo haré.
Jesús:Hazlo por humildad y por amor.Yo soy el rey. Quiero que descubras mis tesoros en ti, para darlos a los demás, pues para ello te han sido dados. Dime y escribe, hijo mío, ¿qué eres?
Sebastián:Yo soy la luz del mundo. Soy la vida, la verdad y el amor. Soy la luz del mundo porque soy hijo de la luz. Fui engendrado por la luz. Del mismo modo en que los hombres engendran hombres, los ciervos engendran ciervos, los colibríes engendran colibríes y las flores engendran flores. Del mismo modo, mi Padre, que es la Luz, me engendró a mí que soy luz de luz verdadera. Así como los padres del mundo tienen hijos semejantes y comparten su misma naturaleza, pues los hijos son con-naturales a sus progenitores, yo soy con-natural con mi Padre eterno.
Yo soy la luz del mundo, nacido de la luz, de la misma naturaleza que la Luz que me engendró. Dios y yo compartimos una misma naturaleza divina. Yo soy la luz del mundo. Soy la verdad. Soy amor. Soy hijo de la luz.
Tal como la luz es incorpórea, yo también lo soy porque soy luz. Así como la luz da vida a todo, yo doy vida porque soy luz. De la misma manera en que la luz embellece todas las cosas, que sin ella yacerían ocultas, yo embellezco la creación porque soy luz. Tal comola luz de la armonía, la luz de la sabiduría y la luz del amor son hijas de la luz, pues Dios es el Padre de las luces, yo soy luz, porque soy hijo de la luz.
Soy espíritu incorpóreo, espíritu de amor, espíritu de sabiduría, espíritu de perfección, espíritu de orden. Soy espíritu de luz. Espíritu de amor. Eso es lo que soy, porque soy hijo de la luz.
Mi verdadero nombre es hijo de la luz. Engendrado, no creado, consubstancial a mi Padre, que es la Fuente de la luz. Luz que ilumina las consciencias. Luz que ilumina al mundo. Luz que da vida. Luz que muestra la belleza. Luz salutífera. Luz de santidad. Y porque sé quién soy, sé también de dónde vengo y a donde voy. Yo vengo de la luz, en ella vivo, existo y me muevo. En la luz estoy y a ella voy. Toda mi luz procede de la fuente de luz que es mi Padre. El Padre de las luces. Y porque sé quién soy, sé también cuál es mi función. Mi función es iluminar. Mi función es ser la luz del mundo. Mi función es amar y perdonar. Iluminar y dar vida, amando y perdonando, porque yo soy la luz del mundo. Yo soy el hijo de la luz.
Jesús: Hijito mío, gracias por tu humildad. Gracias por tu sincera dedicación a mí. Gracias te doy desde el cielo. Este es el último mensaje que escribirás acerca de nuestros diálogos interiores, los coloquios de nuestra intimidad-amor. A partir de hoy, ya no escribirás más mensajes. Ya no son necesarios. A partir de hoy continuarás con los escritos hasta que te lo indique. Desde hoy en adelante, nuestra intimidad quedará solo entre yo y tú. No será necesario ya que reveles los secretos de mi amor.
Te doy las gracias por tu amor. Por haber tenido la generosidad de abrir tu alma y compartirla con tus hermanos tal como yo te he pedido. Es un inmenso acto de caridad. Muchos podrán beneficiarse de estos mensajes y de los escritos. Pues son muchos los que podrían comprender que Yo hablo a los corazones. Que mi gozo es estar en el corazón de cada hombre. Quiero intimar con cada uno. Yo hablo al corazón de cada hombre. Les hablo según su modo de ser y entender. A cada uno le hablo de un modo particular. Pues para mí, cada hijo es único y lo amo con infinito amor, que es el mismo amor infinito con que amo a todos. Que nadie se sorprenda de estos diálogos, pues soy yo, el amor, quién habla a cada uno. Que todos comprendan que en nuestra intimidad amorosa está el cielo.
Que todos comprendan que soy soplo de amor vivo, y me queman las llamas de amor que anhelan intimar con cada uno de mis hijos.
Que cada uno abra su corazón a mi voz y me escuche. Quiero comenzar con cada uno una particular e irrepetible historia de amor infinito. Esta historia que hace más de siete años comencé contigo y que nunca terminará. Del mismo modo quiero abrazar a cada alma. Quiero llenarlas de mi amor y recibir todo el amor de cada alma.
Que todos tengan la generosidad de dejarme disfrutarlos. Pues no hay gozo más grande para mi amor que cada uno de ustedes. Cada uno de los hombres, pues en cada uno está el cielo.
Gracias, hijo mío. Gracias por darme tu tiempo. Gracias por tu intimidad conmigo. Cuídala. Atesórala y crezcamos juntos en nuestra relación de amor. Pues esta es la única relación real en la que reside todo significado y en la que toda la creación se une en el amor perfecto.
Gracias a ti, santo hijo de la luz. Gracias por tu amor. Gracias por tu dedicación. Gracias por tu atención. Gracias por existir. Gracias por ser. En esta gratitud digo:
“Padre, te doy gracias por darme a tu hijo. Te doy gracias por darme un hermano santo. Te doy gracias por su santidad, la cual procede de ti. Juntos, Padre amantísimo, Padre de las luces, cuidaremos eternamente a nuestro hijo, a nuestro hermano, a aquel que desde toda la eternidad creaste para mí. Gracias por darme la función de amarlo y llevarlo hasta ti. No te defraudaré en mi obra. Yo haré que tus hijos, los hijos de la luz, salgan a la luz. Gracias Padre santo, porque mi hermano es la obra maestra de nuestro amor. En tus manos Padre, encomiendo su espíritu.
Espíritu de amor, infúndete en los corazones de mis hermanos. Espíritu de luz, ilumina todas las almas. Espíritu de verdad, haz que todos sepan qué son, de dónde vienen y a dónde van. No los dejes caer en la tentación, pues la tentación no es tu voluntad. Muéstrales la verdad. Muéstrales la luz del amor.
Ayúdalos a conocerse a sí mismos. Que todos sepan que Dios es misericordioso, que su reino es eterno, como eterno es su amor por sus hijos. Que todos sepan que Dios es el Padre de las luces. Que todos escuchen su voz, la voz del amor.
Padre, que tu hijo amado, recién resucitado, junto a mí en tu espíritu, inundemos la tierra con tu amor. Así seremos la luz que ilumina al mundo, pues para ello nos has creado. En nombre de todos mis hermanos, te bendigo y alabo Padre purísimo por darnos tu amor. Amén”.
