Está Madre celestial, fuente de luz verdadera, desea llevaros al conocimiento de un amor que no tiene principio ni fin. Un amor cuya belleza, santidad y pureza transforma todo en inocencia perfecta, en felicidad plena. Un amor en el que podéis vivir eternamente en la dicha que no nunca cesa. A ese amor es al que todo lo creado le pertenece.
En verdad, en verdad os digo que ese amor hermoso, santo, perfecto vive en vuestros corazones y constituye la verdad de lo que sois. No estéis pendientes de los acontecimientos, ni os angusties por los asuntos del mundo. Más bien, permaneced en mí que soy la Madre del amor hermoso y veréis resplandecer la luz de Cristo en vosotros, y seréis tan felices como ni siquiera sois capaces de imaginar.
Confiad, confiad y confiad ilimitadamente en vuestra Divina Madre. Ella vela por vosotros. Os aseguro: no os perderéis.